Excentricidades de rock star

 Hoy volví a escuchar una historia que tenía olvidada. Recuerdo mejor la esencia que los detalles.

Un grupo de música muy top. No recuerdo cuál. Uno de los grandes.

Una de las cláusulas de sus contratos era que en el camerino tuvieran un bol con lacasitos de colores (según lo escribo, supongo que serian M&Ms, pero me son más entrañables los lacasitos), de todos salvo de los de color marrón.

Si encontraban en el bol lacasitos marrones, podían hasta anular el concierto.

Según lo oí pensé que menuda memez propia de celebrity. Y cometí un error que cometemos muchos veces en el día a día.

Suponer que lo que hace el otro es una tontería, o al menos que no tiene razón para ello. Que es un sin sentido.

Es verdad que con personas con las que trato suelo ser la abogada del diablo. Y suelo pensar que siempre hay una razón por la que hacen las cosas, aunque no se me ocurra en el momento. Algo tiene que haber.

¿Pregunta lo que a mí me parece una chorrada? Igual no lo es tanto, y está haciendo una asociación de ideas que a mí no se me ocurrió.

¿Hace una cosa que no entiendo? Alguna razón tendrá, aunque yo ahora no la vea.

Solemos infravalorar las acciones de los demás si no las entendemos de primeras, y pensar que o están equivocados o hacen tonterías.

Pero reconozco que con la rock star caí en la trampa.

Porque precisamente era eso lo que hacían, tender una trampa. El pliego de condiciones ponía cosas que consideraban importantes y entre ellas la trampa de los lacasitos. Si no se cumplía la cláusula del lacasito marrón podía ser porque igual alguien (promotor o quien fuera) no se había leído todo el contrato o que incluso leyéndolo hubiese considerado que era una chorrada y la hubiera ignorado

Y si hace eso con una cláusula, lo mismo podría hacer con otras, que tampoco considerase importante. Y el resto de cosas sí que podrían estar relacionadas con temas de sonido o seguridad.

Así que era una prueba de fuego para ver si habían tenido en cuenta todas las condiciones del pliego.

Me parece bárbaro todo. La idea. Y la conclusión sobre la facilidad con la que juzgamos las acciones de otros cuando no les vemos sentido.

Y eso en nuestro día a día pasa continuamente. Todos a nuestro alrededor hacen cosas, y para cada cosa tienen su razón aunque no la entendamos. Es su intención positiva. Cada acción la llevamos a cabo para cubrir una necesidad nuestra. Que no tiene porque quedar clara a simple vista a ojos de los otros.

Otra cosa es la estrategia que usemos para cubrir esa necesidad, que puede ser más o menos acertada. Pero todo lo que hacemos, es para ocuparnos de algo que estamos necesitando en ese momento.

¿Le da una perreta? Podemos pensar que es un chantajista emocional, pero si rascar un poco puede aparecer debajo la necesidad de ser visto o reconocido. La necesidad de atención, de integración, de formar parte...

Siempre hay una razón por la que hacemos las cosas. Tratamos de cubrir nuestras necesidades.

Acabo de ir a google y me dice que la excentricidad de los lacasitos marrones era de Van Halen. Nunca recuerdo los detalles de las historias.

Me parece sublime la idea.


¿Qué sabes hacer bien?

 ¿Te pasa que te bloques cuando tienes que hablar de tus habilidades de cara a preparar una entrevista de trabajo o curriculum? A mí sí me pasa. Y eso es porque nunca presté atención a lo que hacía bien. 

Por eso tengo especial interés en ayudar a chavales a que descubran sus talentos y habilidades.

Y en esto, el sistema actual flojea en varios aspectos:

- No se fomenta el autoconocimiento desde la infnacia.

- Se centra en lo que hacemos mal, en vez de hacernos ver aquello en lo que destacamos.

Del ikigai te hablé aquí y hace días hablamos de ello en mi clase de 2º ESO. Seguimos los pasos para buscar nuestro ikigai.

¡Qué fácil rellenamos la lista de lo que nos encanta hacer!

Pero cuando tocó escribir lo que hacíamos bien...¡BLOQUEO!

No se les ocurría nada...

"No puede ser que no haya nada que hagáis bien....seríais la única persona en el mundo que hubiese nacido así y 'eso es ser muy muy especial! Así que igual la razón es otra".

Todos estuvimos de acuerdo en que no tenemos costumbre de escuchar lo que hacemos bien y que solo nos dicen los errores que cometemos.

Y hablamos de que nuestra cultura es especial también en eso, ya que personas de otras culturas no tienen problema en destacar sus habilidades, ya que lo ven como algo bueno y lo hacen sin que les de vergüenza...

OK, aceptamos la idea, pero seguíamos bloqueados y la parte del ikigai correspondiente a "qué hago bien" seguía en blanco,

Aquí te dejo un par de truquis:


ESCUCHA A TU ENTORNO

Una primera opción es que empieces a poner atención a aquello en lo que te piden ayuda los demás. Y ninguna opción es absurda, ya que de todo se puede rascar y sacar algo bueno:

Me piden los deberes para copiarlos, siempre me preguntan cuando son las fechas de exámenes, me vienen a contar sus problemas, me preguntan dudas de plástica, el otro día discutieron dos compañeros en el recreo e intervine para que no se enfadasen ...

Hay muchas habilidades que se pueden sacar de los aspectos cotidianos que parecen no tener tanta importancia.

Si rascas un poco, salen habilidades de todas partes.

DESPIERTA A TU INCONSCIENTE

Es típico quedarnos en blanco ante la pregunta: ¿En qué destacas? Es más fácil si ves una lista de opciones y de ahí eliges las que tengas tú.

Parece lo mismo pero no lo es.

Además es como una epifanía. Es como si esa palabra te llamase a ti y no que la elijas tu a ella. De repente y de entre todas las opciones, hay una que aparece iluminada bajo un haz de luz.

Así trabaja el subconsciente. Está siempre  como en modo de espera, pero activado. Funciona sin que lo notes.

Es como cuando vas caminando y pasa algo "por el rabillo del ojo" que no lo viste conscientemente, pero sí viste algo o alguien conocido. Te giras y "¡sí!, tenías razón". Es tu subconsciente trabajando, que registró lo que pasaba sin que tú te dieras cuenta.

Y con esto pasa lo mismo. No se te ocurren habilidades, pero empiezas a leer la lista:

El que organiza, el que escucha, el que cuenta una historia y todos prestan atención, el que siempre ve la parte negativa de las cosas...

Y de repente dices: ¡ES VERDAD! Esto me lo dicen muchas veces.

Y entonces, lo que siempre te pudo parecer algo normal o incluso malo, resulta que es una habilidad tuya: tienes la capacidad de analizar situaciones y detectar puntos de fuga, situaciones de peligro potencial, los fallos de la planificación... ¿sabías que es una habilidad muy cotizada en las empresas?

Y todo gracias a que tu subconsciente estaba trabajando sin que te dieras cuenta, se activó ante una frase y te hizo recordar situaciones pasadas en las que te demuestra que tiene razón.

Muchas veces es más fácil elegir entre una lista de opciones, las que resuenan contigo, que ponerte a pensar desde cero las cosas. Es como el síndrome de la hoja en blanco del escritor, pero aplicado a ti mismo...

Te dejo aquí para descargar las tarjetas de superpoderes que uso, listas para imprimir (dos por cada A4) y cortar a la mitad. Yo las plastifiqué para que no se me estropeen.

Así ellos tienen tarjetas grandes y manipulables, me parece más útil que una lista de items. Estas las uso hasta 2º ESO.

Se ponen en grupo y cada uno va ojeando las características y anotando las que le resuenen. Luego las ponemos en común y pensamos en ejemplos de nuestra vida en las que las hayamos puesto de manifiesto y los demás aportan otras situaciones que se les ocurran del resto de los compañeros.



Encuentra tu ikigai

 Hace unos años escuchaba por primera vez la palabra ikigai y sin embargo, ahora en esta época de mi vida sale a relucir cada poco.

Si andas perdido, desconectado del trabajo y buscar información sobre cómo hacer un cambio de vida, me extrañaría que no te hubieras topado con este concepto.

Es una idea original de Japón para la que no tenemos traducción literal. Está relacionado con hacer aquello que da sentido a tu vida. El impulso de la vida. La razón esencial por la que actúas cada día.

(Otros dicen lo que hace que la vida merezca la pena de ser vivida. Pero como soy muy del poder de las palabras, la expresión "merecer la pena" me transmite una energía tan baja, que la evito.... "Merecer la pena".... ni el concepto de merecimiento ni el sentimiento de pena me hacen vibrar alto).

Así que me quedo con la definición en positivo. Es el motivo que hace que te levantes cada mañana con energía porque sabes que el día que te espera por delante tendrá sentido y lo que harás te hará sentir plena.

Ahora estoy convencida de que encontrar tu propósito es fácil. Y si nos cuesta, es porque estamos buscando en el lugar equivocado.

Me recuerda al cuento de Nasrudín, que pierde las llaves dentro de casa, pero las va a buscar a la calle debajo de una farola, porque "ahí es donde hay más luz".

Buscamos en el lugar equivocado, porque así nos enseñaron. Perseguir una carrera de éxito profesional o por tradición familiar (lealtad mal entendida), ascensos, reputación, sueldo, bienes materiales, etc. Y mucha gente llega un momento que cuando lo consigue, se siente vacío, no le llena lo que hace y levantarse cada mañana es un suplicio, pese a que desde fuera parece que toda tu vida va ok y no tienes razones para estar mal.

La clave está en mirar dentro de nosotros. Leí hace tiempo un libro que me encantó y recomiendo totalmente "El propósito de tu vida eres tú", de Manuel Márquez. Y cuando me di cuenta de eso, flipé. Es tan sencillo, que te sientes boba por no haberlo visto así antes.

La clave es conocerse, parar a escucharse a uno mismo y ver qué te hacen sentir las distintas situaciones en las que te mueves. Y probar. Como si tú mismo fueras una start-up. Pruebas, si va bien sigues; si no, pivotas. Y sigues. Eso siempre (dice alguien al que admiro mucho que "pase lo que pase, sigue adelante").

¿CÓMO ENCONTRAR TU IKIGAI?

Si lo buscas en google y vas a imágenes, verás unos croquis que son un lío del copón, de círculos que se cortan y cada intersección tiene un color con una etiqueta distinta: pasión, vocación, trabajo, misión, ikigai, profesión, etc... Un lío. Diría que mandaron a un teórico hace un croquis del ikigai.
Olvídalo, porque en realidad es mucho más fácil:
- Coge un folio en blanco
- Dibuja en el centro 3 líneas separadas entre sí por la misma distancia, radiales. Como si fueran tres quesitos del trivial (depende qué edad tengas, igual te suena a chino). Desde el centro del folio  hacia afuera. Formando entre sí el mismo ángulo (60º para ser exactos; aquí cada uno con su TOC). Como si fuese el símbolo de la paz, pero con tres líneas solamente.
- Tienes ahora el folio separado en tres quesitos del trivial. En cada uno escribirás un título: 1) Cosas que te gusta hacer y disfrutas haciendo; 2) Cosas que haces bien; 3) Cosas para las que los demás te piden ayuda.
Empieza la tarea: ¡rellena cada bloque!
Mis consejos:
- Empieza con un brainstorming contigo mismo, rápido y loco. No te pares a pensar porque aparece el cerebro racional y te lo echa todo a perder ("eso tampoco lo haces tan bien, eso lo puede hacer todo el mundo..." o "como voy a poner esto van a pensar que soy un flipao".... y cosas por el estilo).
- Usa post-its porque después habrá que ir moviéndolos.
- Disfruta
- Si te parece que no se te ocurre nada a la primera, respira. Es normal. A mí también me pasó. Si estás muy desconectado con tu cuerpo, estarás bloqueado y no se te ocurrirá nada que te guste hacer. Si tienes una baja autoestima te parecerá que no haces nada bien o que eso lo hace cualquiera. Porque no te das valor. Eso no significa que no tengas nada que poner, sino que no prestas atención a lo que ocurre dentro de ti.
- El ejercicio no acaba. Lo tienes que incorporar a tu vida y a partir de ahora fijate en cómo te sientes en las distintas actividades que haces o sobre qué cosas te pide la gente consejo o ayuda.


JUEGA CON LOS POST-ITs

- Una vez rellenado mira si hay actividades que sean comunes a dos sectores. Por ejemplo, algo sobre lo que sí te piden ayuda y además te das cuenta de que te gusta hacerlo y ayudarles.

En ese caso mueve los post-its a las líneas comunes.

- Fusiona actividades: si te gusta la fotografía y se te da bien la repostería y te encanta, ¿or qué no juntar las dos cosas?

A mí desde siempre me encantan los niños, en las reuniones familiares o eventos de cualquier tipo suelo acabar jugando con ellos en lugar de en la mesa de los adultos. 'Me mimetizo y me lo paso pipa! Por otro lado, siempre di clases particulares de apoyo escolar y además me encanta patinar en mi tiempo libre.

¡Así que la vida me puse delante poder dar clases de patinaje para niños! ¡Todo encaja!

BLANCO LOCALIZADO ... IKIGAI

    Y lo ideal es que haya una actividad que cumpla con las tres condiciones: que te guste, se te de bien y los demás te piden ayuda con ella.

Busca entre tus respuestas si hay algo que lo cumpla, ¡bingo! Por ahí anda tu ikigai.

Sitúalas en la parte central del dibujo, donde las líneas confluyen, ahí está tu ikigai.

Esas actividades "del centro del ikigai" son las que dan sentido a la vida. Porque estoy convencida de que todos venimos aquí con una misión que hacer, para servir y poner nuestros dones al servicio del mundo y, a la vez, coincido con Manuel Márquez en que el propósito de vida eres tú.

Por eso hay que conocerse a uno mismo, saber con qué vibras, qué te llena de energía, haciendo qué no notas que pase el tiempo, qué harías si no tuvieras la necesidad de ganar dinero para vivir. 

Y eso requiere de atención y tiempo.

Eso, todo eso y nada más que eso, es el ikigai. La versión simplificada.

Cuando vives solo para aquello que te da dinero, sin que coincida con estos tres bloques, la vida suele ser insípida. El equilibrio en las áreas es lo que ayuda a llevar una vida plena.


¿Cómo te defines a ti mismo?

Definirse a uno mismo: El autoconcepto

Somos la persona con la que más tiempo pasamos y sin embargo, definirse a uno mismo es complicado.

Si de pequeño/a te hubiesen preguntado cómo te defines a ti mismo, ¿qué habrías dicho?


Cuando me hicieron esta pregunta, me di cuenta que ya de pequeña me hubiera costado responderla. Lo que prueba que ya en la infancia estaba más pendiente de lo que pasaba fuera, que de lo que tenía yo dentro.


Pero cuando entendí que la forma en que nos definimos limita nuestro propio comportamiento, mi cabeza hizo click.


Tenemos una idea de nosotros mismos e inconscientemente, nos comportamos para encajar en ella. No queremos llevarnos la contraria y actuamos para encajar en esa definición. Y todo lo que no encaja en ella, lo mandamos a la sombra para reprimirlo.


Si desde la infancia te definías como obediente, estudiosa y aplicada… párate a pensar:

  • ¿durante tu vida te seguiste comportando de ese modo?
  • ¿te cuesta no acatar las normas?
  • ¿tienes problemas para rebelarte?
  • ¿sientes que siempre tienes que hacer lo que se considera lo correcto?
  • ¿te permites a ti misma alguna vez desobedecer?


Muchas veces encaja, la definición que teníamos de niños se mantiene en la vida adulta. Si no es tu caso, perfecto.


¿de dónde saca un niño esa definición de sí mismo, desde tan pequeño?

De su entorno, sus figuras de referencia, sus seres queridos. Nos apropiamos del discurso que les oímos decir acerca de nosotros y nos comportamos para encajar en él y no nos permitimos actuar de un forma que no encaje.


(Suele pasar, pero si no es tu caso, ok).


Así, un niño que siempre escucha decir de él que es muy nervioso y no se está quieto, se lo adueña, lo repite y se comportará para encajar en la definición que tiene de sí mismo («es que SOY nervioso, es que soy así»).


Y de esa forma, comportamientos puntuales pasan a la categoría de etiqueta que te define. «Soy inquieto» en lugar de «en ciertas ocasiones, siento que me cuesta estar quieto».



¿Son las actitudes o buenas o malas?


¿O dependen del contexto?


Si nos consideramos obedientes y no nos permitirnos salirnos de la norma, ¿cómo actuaremos ante un superior en caso de injusticia?


Si un niño se considera pacífico y siempre escucha que los problemas se solucionan con la palabra, ¿Cómo actuará cuando en el colegio le intimiden y encierren en un baño?


¿Siempre es bueno ser obediente? o ¿no hay acaso situaciones en las que ser temperamental o intimidatorio es la mejor opción?


Si eras una niña alegre, ¿escuchabas esta frase alguna vez?:


«¿Qué te pasa hoy que estás tan seria? ¡Si tú no eres así!


Y la niña pasa entonces a reprimir su tristeza y mostrar alegría, porque es lo que le demanda inconscientemente su entorno (con la mejor de las intenciones) y quiere ajustarse a ello (¡son sus seres queridos los que se lo dicen!)

La identidad pasa por ser completos. Todos somos todo y todo es válido según el momento. Lo adecuado en una situación puede ser inaceptable en otra.


Es el peligro de las etiquetas, nos limitan porque tenemos tendencia a ajustarnos a ellas.


Es el peligro del «yo soy así».


Eres así, hasta que saber que puedes cambiar y decides hacerlo.


Son las dos caras de la moneda del «definirse a uno mismo». Bueno es conocerse, no tanto limitarse.

¿Qué es la coherencia?

 Leí una vez una definición de coherencia que me la quedé pa’ mí. Me la grabé a fuego.

Tu vida es como una casa 🏡 y cada habitación representa uno de tus roles: hija, madre, hermana, pareja, amigos, compañeros, etc. Y en cada habitación está la gente con la que interactúas con ese rol.


Si un día desaparecieran las paredes de tu casa… ¿Se sorprendería la gente de una habitación con lo que te ven hacer o decir en otra?


Si la respuesta es NO, tienes coherencia en tu vida 🌈


Y no tenerla, a la larga, pasa factura y no es sostenible en el tiempo.


De ahí la importancia del autoconocimiento, tomar decisiones según tus valores y prioridades, no interpretar el papel que la sociedad espera de ti.


La urgencia, los resultados, el conseguir, títulos, ascender, reconocimiento social, ascenso laboral… A veces te ves arrastrado por lo que se espera que hagas y terminas viviendo la vida de otro.


Por eso ayudo a chavales a que se paren a mirar dentro, se conozcan, identifiquen sus puntos fuertes y actúen acorde a sus valores, para poder vivir una vida con coherencia.

"Lo hace lo mejor que sabe"

 El otro día escuché una reflexión de mi amiga B. y me recordó a una conversación recurrente con R. sobre "hacerlo lo mejor que uno sabe".

Cada vez lo oigo más a menudo y a veces me chirría. Me sirvió mucho cuando descubrí ese enfoque. La gente hace las cosas lo mejor que sabe, nadie trata de ofenderte ni de hacerte sentir mal. Sea lo que sea lo que haya hecho o como haya enfocado una situación, lo hizo de la mejor forma que supo.

Hasta ahí de acuerdo y además es una reflexión que me ayudó a tener compasión en ciertos contextos en los que lo más cómodo hubiera sido reaccionar. 

Porque al final la rabia nos da un punto de poder. Enfadarte cuando tienes motivo es un poco adictivo. Cuesta soltar el cabreo, esa rabia además te permite liberarte y decir cosas que de otra forma no dirías. La rabia empodera. Las emociones son mensajeros y el mensaje de la rabia es ese. Te da valor para afrontar situaciones.

El tema es que entiendo que es una justificación que debe usarse hacia afuera. Es decir, yo pienso que "el otro lo hizo lo mejor que supo" y con esa visión nace en mí la compasión hacia él, la empatía, etc.

Cuando me chirría es cuando lo oigo en primera persona, justificando algo que tú mismo hiciste. Y que "lo hice lo mejor que supe". Que será verdad, pero siempre hablo con R. que nos recuerda al "yo soy así". Y ahí ya no hay justificación, es aferrarse a una identidad, negar la posibilidad de cambio. Justificar un comportamiento porque es la actitud que te vino dada de nacimiento y ahí ya no hay nada que hacer.

Y en verdad yo creo que "eres así", pero podrías ser de otra manera. Si quisieras. Costará, habrá que vencer una inercia, pero al final somos como decidimos ser.

Total, que el lo hago lo mejor que sé es el nuevo "yo soy así".

Uno mismo lo usa con el de enfrente, y otros lo usarán con nosotros. Pero lo que me encaja tanto es usarlo con uno mismo...





¿Entras en bucle con pensamientos negativos?

 ¿Te pasa que entras en bucle y no puedes frenar los pensamientos negativos que te vienen a la mente?

Iba un día caminando por el instituto en horas de clase (pasillo vacío) y al girar una esquina vi una chica llorando apoyada en la pared. La reconocí porque no era la primera vez que la veía así, aunque la vez anterior ella estaba en un despacho. Me paré a preguntarle y en ese momento salió del aula su profesora.

Estaban haciendo un examen y ella había tenido que salir a recuperarse al pasillo del ataque de ansiedad que le entró.

Me quedé allí con ella para que la profesora volviera al aula con el resto, mientras llegaba alguien a quien ya habían avisado.

Después de respirar juntas, pudimos hablar un poco.

Le pregunté qué le pasaba. Me dijo que se bloqueaba en los exámenes y se ponía nerviosa. Comentó que iba bien, pero que cuando vio que solo le quedaba media hora, se vino abajo. No la conozco, pero al parecer me dicen que es una chica aplicada y estudiosa y últimamente tuvo varias situaciones similares a esta. Entra en un bucle de pensamientos negativos del que no sale a base de frases «y si, y si»…


  • ¿Pero qué fue lo que pensaste cuando viste el reloj y viste que te quedaba media hora? ¿Qué pensaste en ese momento?
  • Que no me iba a dar tiempo.
  • Media hora es mucho tiempo todavía…
  • Pero no me va a dar tiempo a acabar.
  • ¿Y qué pasaría en ese caso?
  • Que suspendo – me dice.
  • ¿Y qué pasaría si suspendes?
  • Que me riñen mis padres.
  • ¿Tú crees que te riñen tus padres si suspendes? ¿O crees que se preocuparían si supiesen que la presión te afecta tanto?

(no contestó)

  • Cuando dices que te riñen, ¿qué te dicen para que estés ahora tan afectada?
  • No lo sé – me dice.
  • Necesito comprender, ¿puedes pensar en una vez que te hayan reñido, qué te decían? Es solo para que yo comprenda.
  • Nunca pasó…
  • ¿Entonces? Si nunca pasó, ¿por qué crees que te reñirían tanto?
  • Es que creo que les decepcionaría…


Me hubiera quedado, pero no pudimos seguir hablando porque ya llegó otra persona que se encargó de ella.


La razón real no la sé, igual es verdad que le exigen mucho en casa o simplemente se lo exige ella a sí misma. Pero salen a relucir cosas habituales:

  • el tema del merecimiento del amor y decepción de los padres, el amor ligado a resultados o comportamiento.
  • El bucle de pensamientos negativos: algo sucede, tu mente te dice algo, eso nos produce un sentir y según ello actuamos. Es el ciclo: 1) hecho, 2) pensamiento, 3) sentir, 4) actuar.


Nuestra mente empieza a fantasear con lo que pasaría y con los «y si, y si». Y nos preocupamos por algo que ni siquiera sucedió.

Empezó diciendo «me riñen mis padres» para acabar ella misma reconociendo «nunca pasó…». Y sigue con «creo que les decepcionaría». Pensar que el amor de nuestros padres depende de nuestro comportamiento o resultados es la base del apego inseguro, lo que marcará la personalidad de adulto.

Si es algo que tenemos instalado en la mente como creencia, que te ayuden desde fuera a desactivarla ayuda. A todos nos es difícil cuestionarnos nuestras creencias sin un empujoncito. Pero los adultos cuentan con algo que los niños o adolescentes no tienen: experiencia, vida pasada.


Ellos no tienen memoria a la que recurrir. Por eso hay que ayudarles desde fuera a «caer del guindo». Sin dirigir ni ordenar. Son ellos los que tienen que hacer el click, pero necesitan un empujoncito.


Es la base del coaching educativo.





Excentricidades de rock star

 Hoy volví a escuchar una historia que tenía olvidada. Recuerdo mejor la esencia que los detalles. Un grupo de música muy top. No recuerdo c...